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lunes, 15 de septiembre de 2014

Crónica de lo sucedido en la mina de Corpus Christi





Crónica de lo sucedido en la mina de Corpus Christi, (2014), es la nueva novela corta digital de Félix Remírez, una historia de intriga y de corrupción a finales del siglo XVI, cuando se descubrieron las minas de plata en el istmo centroamericano. A la corte de Felipe II llegan noticias contradictorias sobre lo que está sucediendo en aquellas explotaciones y encomiendas, particularmente en la mina de Corpus Christi. Por un lado, el  padre Martín de Abásolo informa que, contraviniendo las leyes nuevas, el encomendero esclaviza a los indígenas y somete las rebeliones a sangre y fuego con cientos de víctimas. Pero, a la vez, las noticias que llegan de la encomienda y de todas las autoridades son que reina la calma en la región. Juan Díez, un maestro  metalúrgico es encomendado por el rey para que se traslade hasta Honduras y, discretamente, indague y averigüe la verdad de lo que está sucediendo.  
 
El lector debe acompañar a Díez en la búsqueda de esa verdad, recorriendo ciertos parajes de la selva y releyendo las notas que nuestro protagonista va tomando a medida que habla con unos y otros. Todas esas notas, fragmentadas, le servirán para finalmente hacerse una idea cabal de lo que sucede.
 
Está programada en Flash CS5 y utiliza técnicas de parallax para que el lector pueda desplazarse a lo largo de los parajes. Incorpora vídeos, sonidos, mapas e imágenes pero lo sustancial es el texto que, de estar escrito secuencialmente en papel, ocuparía unas 80 páginas. El orden de lectura es libre ya que la comprensión final de la intriga se da una vez leído todo ello. La historia es ficticia así como la mayoría de sus personajes pero los escenarios social, político, geográfico, toponímico e histórico son realistas y para construirlos se han analizado numerosas informaciones académicas y ensayos sobre el final del XVI en Honduras, México y Centroamérica.
 
Se ha programado para dispositivos que soporten Flash y para resoluciones de 1280 x 1024 píxeles o mayores.
 
Para una mayor explicación y para leer la novella, puede accederse a este enlace.
 

 

 
 
 
 




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domingo, 14 de octubre de 2012

PSYCO




 
PSYCO, de Félix Remírez (2012), es un relato digital que narra la conversación entre un psiquiatra y un paciente esquizofrénico. Como características digitales, pueden citarse:

 
·       La narración ocurre en 8 planos de actividad simultáneos diferentes.
 
o   Dos planos que muestran lo que ambos personajes dicen realmente.
o   Otros dos planos que muestran lo que ambos personajes piensan en el mismo momento.
o   Otros dos planos que muestran lo que los personajes visualizan en su mente mientras piensan o hablan.
o   Otro plano que muestra pensamientos más largos (que se resuelven con ventanas emergentes) que precisan un tiempo mayor de lectura, como si el lector debiera recuperar en un instante la memoria del que habla.
o     Un plano de enlaces a web, ajeno a los personajes, que complementa informaciones al usuario.
 
·       El tiempo está controlado por el ordenador de modo que el lector debe leer a medida que lo hechos transcurren, lo cual no es fácil con dos caracteres hablando a la vez y con una acción que se va acelerando a medida que se desarrollan los acontecimientos, especialmente si el lector decide leer los textos que muestran las memorias de los personajes ya que el resto de la historia no esperará y continuará desarrollándose en tiempo real.
·      Existe un noveno plano que sólo tiene una finalidad de intensificar la atmósfera de incertidumbre con imágenes que circulan solas por el escenario.
·       Hiperenlaces dentro de la trama.
·       Añadido de sonido, también para reforzar la atmósfera inquietante. La banda sonora es la Música para cuerda, percusión y celesta de Béla Bartók.
 


Está programado en Flash CS5, por lo que el navegador debe permitir visualizar este tipo de aplicaciones.


Entrada publicada en Biblumliteraria


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sábado, 30 de julio de 2011

The Big Plot


     The Big Plot es una novela de espías y amores, en la Rusia contemporánea, al más clásico estilo, sólo que desarrollada en un entorno digital en donde se combinan los textos con vídeos, con varias webs creadas para el libro, con las redes sociales más comunes, con Youtube, con Flickr, con RSS, y con otros elementos multimedia, a medio camino entre el libro y el cine, entre lo digital y lo convencional. Y, sobre todo, es una historia que “no leemos” solamente sino que creamos, modificamos y en la que nos sumergimos.
    Su autor, Paolo Cirio, la define como una intrusión de nuestras vidas en la infoesfera y conviene leer sus reflexiones sobre la ficción de recombinación. La propia historia nos sumerge en el ámbito virtual porque se difuminan los límites entre la realidad y la ficción con esa trama que de pronto nos hace ver que somos parte de una novela, no de la realidad externa; en donde nuestra interacción con los personajes se vuelve parte de la misma; en donde nuestros avatares sociales son tan reales como nuestra existencia de carne y sangre; donde no queda claro si un perfil de Facebook pertenece a otro lector que está interaccionando con la novela o a un personaje totalmente ficticio. La acción del lector – de los lectores- se vuelve parte de la novela- toma parte y modifica los eventos-, que, así y al estar en línea, no deja de crecer y acomplejarse. Un texto que hunde sus raíces en Orwell en cuanto al poder vigilante y omnipresente que se describe y a Batjin en cuanto a sus ideas sobre el yo social el yo constituido por numerosos planos superpuestos (yo y mi avatar, en este caso), en cuanto a que la significación puede existe sólo cuando dos o más voces se ponen en contacto (muchos lectores abordando el texto e interaccionando con él, en este caso).
      Es una obra compleja, rica, que requiere esfuerzo por parte del lector, fragmentada pero perfectamente ordenable, con un motivo conductor y donde el autor ha creado un entramado que dirige la trama aunque el desenlace de esta sea inacabado, inacabable e imprevisible. El interface está también muy trabajado con una estética oscura, propia de la novela negra, y con multitud de enlaces, unos internos, otros a fuentes externas y otros a sitios especialmente creados para la historia (como la del movimiento político Eurasia Revolution, por ejemplo), a cuentas de Facebook de los protagonistas o a sus mensajes en Twitter.
     La obra se ha representado en exposiciones (ver fotografía debajo) en donde los asistentes pueden interaccionar directamente con la trama y los personajes.
 

  Entrada publicada por Félix Remírez en Biblumliteraria.



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viernes, 19 de febrero de 2010

El Ying y el Yang


     A lo blanco se contrapone el negro, al bien se opone el mal, a la noche le combate el día, todo en eterna simetría. Y nunca parece estar claro qué lado ganará, incluso qué es lo bueno y lo malo. Esta dualidad está, asimismo, muy presente en el debate sobre cuál es el futuro del libro digitalizado y/o la literatura digital.

Una gran masa de escribientes en la Red abogan por la gratuidad o por un precio muy reducido con una libre circulación de contenidos mientras que la mayoría de editoriales y escritores piden justo lo contrario. Las noticias sobre las pugnas entre editoriales y portales de distribución (como la reciente entre Amazon y Macmillan), entre agregadores y productores de información (como la que enfrente a Murdoch y a Google) o incluso entre utilizadores de hardware e instaladores de hardware (como la que llevan a cabo Telefónica y Google) están a la orden del día.

Parece que existe una brecha (que no tiene nada que ver con lo digital, sino evidentemente con lo económico) entre los productores de contenidos y los usuarios de los mismos. Brecha que, en muchos casos, se convierte en animadversión como se puede apreciar en los foros de Internet en los que aparecen noticias sobre este debate. Los comentarios de los lectores son muchas veces radicales cuando no directamente insultantes. Los usuarios se empeñan en dar consejos a los editores y autores sobre cómo deben cuidar sus negocios aventurándoles toda clase de calamidades si no siguen sus indicaciones. Los editores y los escritores hacen oídos sordos y se empeñan en seguir sus propias estrategias, apretando incluso las clavijas en todo lo que pueden y abriendo aún más la brecha entre ambas posiciones. Un auténtico diálogo de sordos que suele acabar en un “ya lo pagarán” o en “pronto no habrá autores” o “las editoras están cavando su propia tumba”. Evidentemente, cada parte no escucha a la otra. No se intenta entender los argumentos contrarios sino que se persevera en los propios, normalmente obviando todo lo que no encaja con la propia posición.

Pero, ¿es posible que todos tengan razón? Al menos, lo que sí está claro es que todos tienen razones. Analicémoslas.

Razones pro-gratuidad

- La Red es “libre” y no pueden ponerse puertas al campo. Los contenidos pueden encontrarse en la Red gratis en alguna parte y querer cobrar por lo que finalmente puede hallarse gratis no es correcto.
- La Red es descentralizadora.
- Los libros digitalizados permiten un acceso más libre a la cultura.
- Los gastos de creación y distribución de un contenido digital son infinitamente menores que los de un contenido en papel. Para empezar, no existe el coste del papel, ni de la cubierta, ni un transporte debe llevar los libros a las librerías, no tiene por qué haber libreros ya que el usuario puede comprar directamente de un portal intangible alojado en un servidor.
- El fomentar el contenido digital es ecológico porque no se talan árboles para fabricar papel.
- Los contenidos digitales tienen más calidad que los convencionales y permiten usos que estos no tienen.
- El lector digital (e-reader) tiene muchas ventajas: permite almacenar en poco espacio muchos libros, consume poquísimo, permite el escalado del texto, es cómodo, se lee bien, es el futuro.
- Los editores están desaprovechando continuamente las oportunidades para subirse al tren del futuro.
- La función del editor está caduca ya que el propio autor puede publicar su obra sin intermediarios en la Red.
- Un libro digitalizado es fácilmente transferible en segundos.
- El libro digitalizado es el negocio del futuro.
- El medio digital permitirá que emerja la literatura digital (que no digitalizada) con potencialidades muy avanzadas.
- Las Bibliotecas podrán ser más públicas y más rentables.
- Los autores ya cobran por la obra la primera vez que la venden. No tienen que seguir cobrando cada vez que alguien la usa. Sería como si un sastre cobrara el traje cada vez que se usara y no sólo cuando lo zurce.

Razones contra la gratuidad

- La red no es libre. Esa idea es una infundada quimera. La red está dominada y controlada por unas pocas empresas que forman un oligopolio poderoso (unos pocos proveedores de hardware y redes telefónicas, unos pocos grandes buscadores, unos pocos grandes portales de distribución, unos pocos fabricantes de lectores electrónicos). Precisamente, el mantener la red inmensa de pequeñas editoriales y pequeñas librerías rompe el monopolio al que tiende la red.
- La Red es
centralizadora. Para controlar el libro convencional haría falta buscar todas y cada una de las copias, todas las imprentas incluyendo las clandestinas. Para controlar el libro digital basta pulsar un botón en cierto lugar y remotamente se borrarán los contenidos que alguien no desee que se lean (como ya ha ocurrido recientemente). El sistema tradicional es, por tanto, el descentralizador.
- Los libros digitalizados son de difícil acceso entre que están protegidos por un código DRM, que hace falta un ordenador que pocos humanos (en términos planetarios) tienen; acceso a la Red, líneas telefónicas, energía, etc.
- No es cierto que los gastos de publicación sean los que determinan el precio. De hecho- y esto no es muy conocido- editar un libro en cubierta rígida o en formato de bolsillo no tiene gran diferencia en coste dadas las tiradas. El precio lo determina lo exclusivo y lo novedoso del producto. Las personas pagan, sobre todo, por ser los primeros, por tener algo distinto (así se explica que se compren libros en tapa dura cuando la decisión racional económica sería esperar a que salieran en paperback a menor precio. ¿Por qué, sin embargo, la gente hace cola para comprar un best seller recién salido del horno? ¿Por qué se compran ediciones de lujo, de coleccionista? No, ciertamente, por el precio. En este contexto, por tanto, si el contenido digital ofrece, precisamente, esa inmediatez, ese ser el primero, es lógico que se pague más, no menos.
- El libro digital no es ecológico ya que no se talarán árboles pero el consumo energético de la Red y la contaminación que genera es mucho mayor que el daño producido por las talas.
- Las ediciones digitales son, en el 99% de los casos, mucho peores que las convencionales. Tipografías poco cuidadas, portadas infames, composiciones burdas.
- El lector digital actual consume energía, se agota a las dos semanas en el mejor de los casos, no tiene color (y si lo tiene, su batería se agota en horas), el escalado es lamentable, la composición es mala y la digitalización es incluso en muchos casos ilegible.
- Los editores se obcecan en desaprovechar las oportunidades de subirse al tren del futuro, es más le ponen obstáculos.
- La función del editor es más necesaria que nunca. Para corregir errores, para filtrar los contenidos que se publican y para estimular la buena literatura. Pueden verse comentarios al respecto
aquí o aquí o como cuando Robert Young, director de Lulu, empresa ligada a Amazon, y una de las compañías líderes en autoedición reconoce en el New York Times que We have easily published the largest collection of bad poetry in the history of mankind. (Hemos publicado la mayor colección de mala poesía en la historia de la humanidad)
- Un libro digital no es prestable en muchos casos, hay restricciones geográficas mediante control de la IP, de préstamo mediante control del número de serie del microprocesador, etc. O, simplemente, por incompatibilidad de formatos.
- Las cadenas que venden libros digitalizados
pierden dinero a espuertas.
- La literatura digital (que no la digitalizada) no despega ni se la espera ante el gran público.
- Las Bibliotecas deben empezar a pagar por contenidos e incluso pueden llegar a no poder prestar los libros debido a los controles de hardware.
- Si los autores no cobran regularmente por el uso de las obras que crearon, se morirían de hambre (o al menos no tendrían interés en crear frente a oficios mucho mejor remunerados) , bajaría la calidad y cantidad artística y el mundo se haría más pobre culturalmente hablando.
 

Para cada tesis hay una antítesis simétrica y casi igual de convincente si se la escucha con imparcialidad (por supuesto, si uno ya está convencido de una cosa, es casi imposible que la opinión contraria le conmueva).
 

Ahora, si fuésemos el juez ¿qué sentencia emitiríamos?

Entrada publicada por Félix Remírez 

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jueves, 17 de diciembre de 2009

Generación automática de poesía (mala)



Una idea fugaz , eso eres. Como el espíritu masculino de la velada cárcel… inquieta , verdaderamente , como la senda …
¡No! una golondrina de los sueños que sosegadamente espera.
Los deseos liban cerca de una estancia … y parecen tan sensatos.
El solitario de tu encantador espíritu que liba entre perfumes.
Una serpiente , anhelante , es una silenciosa y anhelante ubre. ¡Oh! la vida de los sueños que calmadamente liba.


El agua es una ubre veleidosa que revolotea suavemente junto a los arrogantes sentimientos.
Plena , suavemente , como la cárcel.
Una golondrina , eso eres.
Como el hechizo veleidoso de la helada sangre.
Helada , injustamente , como la marea.
Los suspiros son vencidos cuando un precario espíritu espera remotamente.
¡Oh, poesía! una caricia en la noche que sosegadamente gime.




Estos versos han sido escritos por un pequeño algoritmo programado en javascript por mi. Un programa que permite crear poemas de entre 5 y 12 versos con más de 100 billones de posibles combinaciones.

La generación automática de poemas ha estado siempre presente en la literatura digital. Especialmente, en aquel tipo de poesía libre, no sujeta a rima o métrica, onírica, muy metafórica, fantástica, el potencial de un ordenador ha sido muy utilizado. Igual que en la fábula en que un asno, por casualidad, logra hacer sonar música con sus resoplidos sobre una flauta, es posible que entre los millones de versos generados puedan aparecer algunos de calidad. Pero, hoy por hoy, ello es más fruto del azar que de que el algoritmo incorpore conocimiento poético y literario.

Aún así, es sorprendente como con muy poco código pueden realizarse poemas. Y para entender cómo esto puede lograrse nada mejor que analizar teóricamente la técnica de los moldes (templates) para crear poemas y escribir el programa que permite implementar esta técnica de forma práctica.

Vamos manos a la obra…


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martes, 17 de noviembre de 2009

Walking across the Atlantic


Walking across the Atlantic de Billy Collins es un poema visual elegante y bien construido. Combinando voz y sonidos puramente marinos con imágenes del océano, de gaviotas, de seres solitarios, visiones desde debajo del agua y texto logra una atmósfera que cautiva y que realza el poema en sí mismo (vía Biblumliteraria).

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jueves, 22 de octubre de 2009

¿Es descentralizadora la literatura digital?


Me permito introducir al debate un asunto que sé que puede resultar espinoso pero sobre el que opino sería interesante reflexionar.

Acostumbrados como estamos a la facilidad de conexión a Internet (aunque, muchas veces, costosa) en Europa, en Japón o en Norteamérica, no somos conscientes de lo complicado que resulta hacerlo en gran parte del mundo. No me refiero sólo a las dificultades técnicas (que, en algunos lugares, también las hay) sino a las dificultades sociales. Este blog de literatura electrónica, por ejemplo, es inaccesible en China como lo son todos los que tengan extensión de dominio de blogger o youtube (excepto que uno se conecte con una llamada internacional dejando la fortuna en el intento). Simplemente, el acceso está bloqueado en todo el país. Como lo están muchos dominios en muchos lugares por motivos sociales, políticos o religiosos. Y esto no es un hecho baladí porque, entre los impedimentos técnicos y los impedimentos sociales, las diversas restricciones afectan a tres cuartas partes o más de la población del planeta. En gran parte de la geografía de la Tierra, un escritor diletante no puede confiar en Internet y en un blog para transmitir su obra ni podrá descargar en su e-book (si alguna vez llega a tenerlo) la literatura que desee. En gran parte de nuestro mundo, lo que se puede y lo que no se puede leer electrónicamente está férreamente regulado.

Hechos como este me hacen reflexionar sobre si la literatura digital es descentralizadora y liberadora, o más bien lo contrario. Sobre todo si, como ya se debatió en algún post anterior, se asume que dicha literatura se memoriza preferentemente en Internet. En Occidente, se suele enfatizar en este carácter descentralizador de la nueva literatura digital que “libera” al autor de las redes establecidas de publicación, de las editoriales, de la jerarquía que impone la tradicional cadena escritor->editor o escritor->lector, de la publicidad y de los canales habituales por los que las obras llegan al lector. Pero, ¿es así?. Me ha venido a la cabeza un post de hace ya bastante tiempo
y del que entresaco algunas ideas que me parecen pertinentes:

Pero no parece que pueda hablarse de descentralización real. La verdad es que la democratización literaria es sólo aparente.Primero, está al alcance de muy pocos [planetariamente hablando]. De hecho, en gran parte del planeta, el papel impreso convencional es más descentralizador que la literatura digital. Porque, para empezar, la literatura digital se soporta en un medio físico mucho más controlable y complicado de poseer que el papel. Las redes informáticas no son descentralizadas. La conexión de las redes entre continentes pasa por unos pocos cables submarinos y por unos pocos satélites de telecomunicaciones que, obviamente, son controlados por sus dueños, bien sean grandes compañías de telecomunicación o sean gobiernos. Los servidores por los que circula la información son también escasos y deben adecuarse a los requisitos legales de control de la información que cada nación dispone. Todo ello, sin olvidar que es extremadamente sencillo establecer restricciones a la circulación de la información electrónica (incluso para bloquearla en un país completo) bien sea por motivos sociales, morales, éticos o políticos. Desde luego, más sencillo que privar de libros a toda una nación. No parece correcto decir que las editoriales convencionales controlan más que las instituciones y empresas que controlan la red. Y sin dejar de mencionar que cada vez que leemos algo –aparentemente libre- recibimos una avalancha de cookies, spyware, sniffers, virus y addware.

Podemos leer un libro en papel en secreto, sin que el mundo sepa lo que nos gusta o no nos gusta; mucho más difícil es no dejar pistas de lo que uno ha leído o descargado de la red.
Segundo, el usuario de literatura digital necesita de un hardware local muchos órdenes de magnitud más complejo que el papel. Un ordenador, energía para hacerlo trabajar, conexión telefónica, etc. Cuando hablamos de la revolución de la Web 2.0, de la descentralización de la información, de la simplicidad de publicación, etc. lo hacemos desde una visión muy euro-centrista u occidente-centrista. Sin duda, es mucho más fácil hacer llegar a una zona remota de África un montón de libros que ordenadores. Sin duda, es mucho más sencillo que una gran parte de la población mundial acceda a la satisfacción de leer buena literatura con papel que por vía digital, más sencillo tener una imprenta manual que una electrónica. Esto puede cambiar en un futuro lejano pero, hoy por hoy, es así. Por cada individuo que tiene un acceso sencillo a la red hay seis en el planeta que no tiene siquiera acceso.

Por supuesto, no se trata de cargar la culpa sólo en los gobiernos, en las empresas o en las instituciones. Los lectores, a nivel individual, tampoco damos facilidades para que la literatura digital circule libremente:

Quinto, no practicamos con el ejemplo. El usuario medio defiende la libertad de acceso a Internet, la descentralización de la red, etc. pero luego protege su ordenador con toda clase de elementos que impiden la llegada de tal información: proxies, firewalls, antivirus, programas que impiden navegar en muchos lugares, etc. No es ya una imposición que llegue de arriba sino algo que nosotros mismos deseamos. ¿Cómo va un autor de literatura digital explorar las posibilidades de la misma si el uso, casi obligatorio, de scripts, flashes, etc. va a ser bloqueado por la mayoría de lectores? ¿Cuántos de nosotros al recibir un mensaje de que la obra digital tiene contenido activo seguimos leyendo? ¿cuántos abortamos la ejecución de la obra por si acaso?

Por último, me gustaría señalar el riesgo inherente a que la literatura – y el conocimiento en general- esté sólo en la Red. Es lo que viene denominándose cloud computing o computación en red
. Porque la Red es, en el fondo, una serie de ordenadores de almacenamiento y de redes de comunicación que dependen de unas muy pocas instituciones o empresas privadas. ¿Qué ocurriría si esas empresas quiebran o simplemente cambian de parecer o, en el uso de sus intereses comerciales legítimos, eliminan contenidos o los hacen prohibitivos? ¿Es universal una literatura cuya distribución, control y almacenamiento está en manos de unos pocos (a nivel mundial, de hecho, muy, muy pocos) o es más confiable el sistema tradicional de bibliotecas y universidades, mucho más extendidas y no tan centralizadas?

Seguramente, el futuro traerá soluciones a estos problemas pero, aquí y ahora, son dificultades significativas en el camino de la literatura electrónica.



Entrada publicada por Félix Remírez
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jueves, 15 de octubre de 2009

¿Ciberliteratura o literatura electrónica?



      Si encontramos razonable llamar a los e-books “libros digitales” porque están sometidos a un proceso de conversión de letras en dígitos (los franceses los llaman "libros numéricos") ¿no deberíamos llamar a este Portal de Literatura Digital, en vez de “Electrónica”? No, porque este portal no alberga ni un solo libro digital, digilibro o lib-el, sino una especie distinta. El  lib-el no tiene hipertexto, ni multimedia, ni es interactivo, eso sólo lo proporciona Internet. Los libeles provienen de un libro en papel, cuya forma natural de sobrevivir es el espacio de los objetos físicos, mientras que las obras del Portal no necesitan un precursor en papel, viven exclusivamente en el mundo evanescente del espacio virtual y, sobre todo, disfrutan de alguno de los tres recursos anteriormente mencionados. Se me puede decir que todo lo que aparece en Internet por el hecho de aparecer ya está digitalizado y que estas obras también utilizan la digitalización. Pero buscamos la diferencia específica, y ésta la aportan la triada hipertexto-multimedia-interactividad.
      ¿Y Portal de Literatura Hipertextual? Sería más preciso que “digital”, pues denotaría uno de los atributos definidores, el hipertexto, pero dejaría fuera muchas obras que utilizan sólo los recursos multimedia y la interactividad.
     ¿Y Portal del Hiperliteratura? Los mismos inconvenientes que la anterior, porque alude sólo al hipertexto y además connota lo super-mega-grande.
      Bueno, por fin se nos ocurre otro. Éste no me lo podrán negar: Webliteratura. Estupendo, porque es literatura que sólo puede vivir en la atmósfera de la red. Defecto:  “web” es palabra inglesa.
      Mejor nos iría si nos fijáramos en el hábitat natural de esta especie, en lugar de en sus atributos. Todas las obras han nacido y viven en un espacio virtual, no en un espacio material. ¿Literatura Virtual? Bastante mejor, casi perfecto, pero el uso de “virtual” establecido ahora se refiere más bien a un espacio como comunidad, a un grupo de personas que desean interactuar para satisfacer sus necesidades o llevar a cabo roles específicos (foros de discusión, grupos de correo electrónico, grupos de noticias, chat, redes sociales,…). Si en vez de espacio virtual utilizamos “ciberespacio” ya no hay equívocos, ciberespacio no hay más que uno, el de los ordenadores e Internet. Ya hemos dado con el nombre preciso: ciberliteratura. La literatura que nace y vive en su hábitat natural, en las tres dimensiones que constituyen el ciberespacio: hipertexto, multimedia, interactividad. Así pues, el portal y el blog debían haberse llamado “de Ciberliteratura”. ¿Y por qué se llama “de Literatura Electrónica”? Porque una vez más cedemos ante la tiranía. En el mundo anglosajón es dominante el uso “electronic literature” (e-literature).

Entrada publicada por Juan José Díez




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