lunes, 29 de noviembre de 2010

El prodigioso scriptorium del siglo XXI



     En esta escena vemos a Dickens quieto, absorto, sentado en una mesa, empuñando una pluma ante una hoja de papel. ¿Qué hace? Está buscando palabras para contar una historia. Trata de trasladar el mundo ficticio que bulle en su mente a unos signos gráficos de tal forma dispuestos que cautiven la atención y las emociones de un lector. Este lector debe utilizar también su mente para descodificar esas palabras y reconstruir la historia que le ha contado Dickens sobre aquella hoja de papel. Las herramientas presentes son sólo la pluma y el papel, lo que producen esas herramientas son sólo palabras. Y todo esto en un sencillo banco de trabajo, en una  mesa.

 
      Aparece la máquina de escribir, cambia una de las herramientas, la pluma es sustituida por la máquina, pero continúan la hoja de papel y las palabras. Faulkner se enfrenta a la misma tarea que Dickens: construir un mundo sólo con palabras. Y el scriptorium es el mismo: una mesa donde apoyar la máquina. El autor sigue atendiendo a una sola cosa, buscar palabras para levantar con ellas un mundo ficticio que el lector pueda reconstruir en su imaginación.
       Llegan los ordenadores y con ellos una nueva tecnología de la escritura: el teclado y la pantalla sustituyen a la pluma y al papel. Antes de la aparición de Internet, el ordenador se usa principalmente como máquina de escribir sofisticada (recordemos los procesadores de texto como Word Perfect o Word). De modo que el scriptorium se hace más tecnológico, menos portátil, cambian las herramientas, pero el producto es todavía el mismo: palabras, palabras, palabras.
      Con la universalización de uso de la red, el ordenador se convierte también en una máquina de comunicación y de almacenamiento y distribución de información. La página de papel es sustituida por la ciberpágina: una hoja animada por su estructura hipertextual en la que se escucha continuamente "el ruido y la furia" del mundo y donde se pueden contemplar todas las imágenes icónicas, oníricas o alucinatorias que bullen en la red sin necesidad de que mi imaginación las forme. El scriptorium del siglo XXI cambia de forma radical.

    Desaparecen no sólo las herramientas tradicionales sino el principal objetivo de su uso. La producción de texto verbal ya no es lo esencial. Y no sólo cambian las herramientas, sino que la actitud de concentración intensa ante una sola tarea (buscar palabras) se ve sustituida por una espera ansiosa de nuevos estímulos que nos reclaman desde la ciberhoja. Internet, como dice Nicholas Carr, es una tecnología de la distracción.
   Jaime Alejandro Rodríguez, en una entrada de LitElec, describe vívidamente la situación del escritor ante estas nuevas tecnologías:
      "Me encuentro en el estudio de mi casa, sufriendo el famoso síndrome de la página en blanco. Sólo que al frente no tengo ni un cuaderno, ni una resma de papel, ni una máquina de escribir, sino la pantalla de un computador portátil que muestra la típica interfaz del tablero de administración de una plataforma de blogs. Llevo ya varios minutos intentando escribir el título de mi “entrada”, sin éxito; tampoco he podido empezar a llenar la plantilla de contenidos. Estoy “varado” en medio del camino creativo, pero no por falta de ideas o por desconocimiento del oficio (la publicación de tres novelas y de dos libros de relatos me ubican, sin ambages, en el “campo” de los escritores), sino por la dificultad que encuentro para tomar decisiones sobre la mejor manera de articular las distintas fuentes de información de las que me he armado para construir la entrada. Tengo abiertos en mi explorador la página de búsquedas de Google, la página de YouTube donde he construido mi propio canal, el portal de Facebook en la página del grupo que me acompaña en esta empresa (narrar el planeta nómada), un portal de podcasts donde he seleccionado varias audioconferencias, y varias páginas de información (incluida la correspondiente en Wikipedia), del tema sobre el que quiero hacer la entrada; también están en proceso de descarga dos videos y varias canciones en formato mp3 y, debido a que no alcancé a copiar en mi usb algunos archivos que ahora debo consultar, estoy conectado remotamente al computador de mi oficina, donde busco lo que necesito. De fondo suena la música de una emisora de música clásica que emite vía web".
      Escritores, investigadores, estudiantes, lectores, han cambiado el lugar de trabajo. Cuando se sientan en su despacho o en su mesa y quieren ponerse a trabajar deben abrir el ordenador, o sea, la ventana de los prodigios que constantemente estará tratando de seducirle. De repente, en lugar de tener una hoja de papel con una sola herramienta (la pluma o la máquina de escribir), nos encontramos con una pantalla con todas las tecnologías artísticas y comunicativas del siglo XX (fotografía, fonógrafo, teléfono, radio, televisión, videos, diseño gráfico, comunicación instantánea...) gritando ¡¡Utilízame!!

Entrada publicada por Juan José Díez 

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1 comentario:

  1. Aunque siempre estará presente la pulsión inicial de la escritura, ahora los autores tienen una herramienta poderosa a su alcance: que los libera, incluso, de los editores.

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