miércoles, 23 de febrero de 2011

Albert Camus: nihilismo y oficio de escribir



     Cualquier día es bueno para recordar a Albert Camus. Entre los prodigios de internet, se encuentra el de poder descubrir joyas documentales pertenecientes a otros medios (en este caso la televisión) que nos recuperan a grandes escritores predigitales y verlos vivos (hablando, gesticulando, sonriendo...). En el video de arriba Camus nos habla de su adaptación teatral de "Los poseídos" de Dostoievsky. Empieza serio y tímido, pero a lo largo de la charla destellan algunas miradas de su simpática y honesta humanidad.


    A continuación citamos sus palabras sobre las vacilaciones y esperanzas del oficio de escritor; pertenecen a una carta del 23 de diciembre de 1959, semanas antes de su accidente mortal.

   “Contemplo el hermoso paisaje o la página en blanco, me desanimo ante el camino a recorrer, luego lo reanudo y olvido, y más tarde me desespero escribiendo tonterías, y luego vuelvo a empezar, para dejarlo todo y dar vueltas en el mismo sitio, preguntándome qué quiero hacer, no saberlo, intentarlo de todos modos, y clamar por un poco de genio, sólo un poco, un genio modesto que no curaría nada pero que al menos detendría este sufrimiento interminable. A pesar de todo avanzo, pero sin ninguna satisfacción, avanzo por avanzar, para decirme que lo he hecho, que está muy bien, que estoy aquí para eso, y no para tener genio, en el que no creo demasiado, puesto que creo en el aprovechamiento del tiempo (…) Para trabajar hay que privarse, y reventar. Reventemos, pues, dado que no quiero vivir sin trabajar (…) Sigo trabajando, pero con menor rendimiento. Es cierto que no habría podido soportar ese ritmo. Esta larga tensión solitaria es agotadora y es preciso que la continúe el mayor tiempo posible. El tiempo se ha echado a perder pero durante cinco días era la creación del mundo (…) No sé qué voy a hacer. Me obstino. ¡Ay, qué dura, desventurada – e irremplazable – es la vida del artista! (…) Todavía me quedan unos días de soledad antes de la llegada de la tribu y quiero aprovecharlos (…) Se diría que la función escribiente se ha agotado en mí por haberla ejercido demasiado. Es un fracaso del estilo. Mi trabajo está atascado desde hace tres días. De todos modos espero recuperarme un poco antes de mi vuelta”.

Entrada publicada por Juan José Díez

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