miércoles, 13 de enero de 2010

Del escribir en la cuarta dimensión





Así describo la situación de bloqueo que padecemos los escritores que nos hemos atrevido a hacer uso de las extensiones que ofrecen las llamadas nuevas tecnologías:
Me encuentro en el estudio de mi casa, sufriendo el famoso síndrome de la página en blanco. Sólo que al frente no tengo ni un cuaderno, ni una resma de papel, ni una máquina de escribir, sino la pantalla de un computador portátil que muestra la típica interfaz del tablero de administración de una plataforma de blogs. Llevo ya varios minutos intentando escribir el título de mi “entrada”, sin éxito; tampoco he podido empezar a llenar la plantilla de contenidos. Estoy “varado” en medio del camino creativo, pero no por falta de ideas o por desconocimiento del oficio (la publicación de tres novelas y de dos libros de relatos me ubican, sin ambages, en el “campo” de los escritores), sino por la dificultad que encuentro para tomar decisiones sobre la mejor manera de articular las distintas fuentes de información de las que me he armado para construir la entrada. Tengo abiertos en mi explorador la página de búsquedas de Google, la página de YouTube donde he construido mi propio canal, el portal de Facebook en la página del grupo que me acompaña en esta empresa (narrar el planeta nómada), un portal de podcasts donde he seleccionado varias audioconferencias, y varias páginas de información (incluida la correspondiente en Wikipedia), del tema sobre el que quiero hacer la entrada; también están en proceso de descarga dos videos y varias canciones en formato mp3 y, debido a que no alcancé a copiar en mi usb algunos archivos que ahora debo consultar, estoy conectado remotamente al computador de mi oficina, donde busco lo que necesito. De fondo suena la música de una emisora de música clásica que emite vía web.
Pero eso no es todo; en este momento escucho la voz de un amigo mexicano (a quien no conozco personalmente), quien me anuncia por Skype que ha enviado por el chat varios enlaces a su página personal, donde ha escrito sobre el asunto que estoy desarrollando y que puedo hacer uso libre de los contenidos; que puedo hacer enlaces desde mi blog, que haga lo que quiera con eso, que ese es mi rollo; sólo quiere que le cuente cómo me termina yendo. No acabo de despedirme del manito, cuando suena mi Iphone: recibo un mensaje sms que contiene un video callejero enviado por mi esposa, mi cómplice, y que llega simultáneamente como draft a mi blog.
He querido comparar esta situación con la del visitante de la cuarta dimensión. Según la explicación que ha ofrecido Carl Sagan en su ya famosa presentación de las dimensiones físicas, pertenecer a un universo con ndimensiones nos condiciona a percibir y a vivir de una manera determinada el mundo, sólo que entre mayor es "n" más amplio y mejor es la percepción y el conocimiento; de manera que nosotros, los habitantes de un universo de tres dimensiones, podemos (siguiendo lo que nos enseña el video que sigue) apreciar y comprender el limitado mundo de planilandia (mundo de dos dimensiones), pero sólo podemos pensar o proyectar los objetos y seres de la cuarta dimensión





La perspectiva que yo planteo es que con el advenimiento del llamado ciberespacio hemos descubierto una cuarta dimensión para la expresión que se suma (sin eliminar) a las anteriores: la oralidad, la escritura y el hipertexto. Esa cuarta dimensión exige otras maneras de entender la expresividad (algo que reseño en el artículo: El arte de la cibercultura) y reconfigura la operatividad misma del hacer creativo:
Las obras de la cibercultura no fomentan mensajes acabados, no se cierran, son por eso obras-acontecimiento, obras-proceso, obras-metamórficas conectadas, atravesadas, infinitamente reconstruidas y el acto de creación por excelencia consiste en hacer el acontecimiento, aquí y ahora, para una comunidad; incluso en construir el colectivo para quien ocurrirá el acontecimiento. En ese ambiente los valores de la intención del autor y de la extensión por grabación quedan desvanecidos en favor de una inmanencia radical que promueve conexiones entre mundos heterogéneos y una dinámica autoorganizadora en el que la obra se actualiza socialmente a través de la vida de las comunidades virtuales, cognitivamente por los procesos de inteligencia colectiva y semióticamente bajo la forma del metamundo virtual de la web
Ahora, la cuarta dimensión de la que hablo podría equipararse en su aspecto epistemológico al llamado cuarto espacio antropológico que define Pierre Lévy, con su propios instrumentos de navegación (los mundos virtuales), con sus propios objetos (las configuraciones dinámicas de colectivos sujetos-objetos-lenguajes), con sus propios sujetos (los colectivos inteligentes), con su propia epistemología (la práctica social del saber como continuum, viviendo en constante metamorfosis, la filosofía de la implicación), con su propio soporte (la cosmopedia: espacio multidimensional de representaciones dinámicas e interactivas, de fronteras inestables, y mapas en redefinición constante, una topología constante y dinámica, en la que toda lectura es escritura); y también con su propio horizonte de eternidad, con su dependencia de los otros espacios, vinculándose con ellos armónicamente (por deseos y derrames) o sufriendo la cacofonía de los espacios de abajo que quieren dirigirlo y violentarlo.
Propongo entonces que un "escritor" de la cuarta dimensión, un artista de la cibercultura, un coautor de la cosmopedia sólo puede mirar hacia el oeste: en busca del océano vacío, inexplorado, de los grandes descubrimientos. El Oeste: convocatoria para la partida, silencioso llamado para la apertura de un nuevo espacio. En esa exploración este escritor hace uso de los nuevos soportes digitales no tanto para experimentar con ellos, como para convertirse en pasador, en enlace, en mediador hacia la escritura del porvenir, haciendo eco al llamado del nuevo espacio que plantea Lévy:
En lugar de ampliar las fortalezas del poder, refinemos la arquitectura del ciberespacio, el último laberinto. En cada circuito integrado, en cada chip electrónico se ve y no se sabe leer la cifra secreta, el emblema complicado de la inteligencia colectiva, mensaje irénico disperso al viento
Para terminar, por ahora, esta cómica visión de la transición de dos espacios socio técnicos:




* Escrito originalmente en nomadasyrebeldes.net
Entrada publicada por Jaime Alejandro Rodríguez



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6 comentarios:

  1. En efecto. Pero la "página en blanco" estará siempre allí y ante ella la mejor forma de reaccionar es contar cómo reaccinamos. Algunos de los mejores textos se han escrito así. Y, de paso, inventaron la metaliteratura.

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  2. Jaime Alejandro, ya sabes que yo soy estéticamente conservador. Estoy fascinado, como tú, por el retablo de las maravillas, trato de disfrutarlo, me asombro ante cualquier nuevo prodigio que aparece en la escena, pero quizá sea menos optimista. Yo creo que el escriba electrónico ("escribel" me gusta más) tiene que vivir en el mundo real de las tres dimensiones y crear historias para gente que vive en tres dimensiones: capturar su atención, avivar su fantasía, conmoverlos, producir la emoción de la belleza en ellos. Y para eso no estoy seguro de que nos sean muy útiles todas los fabulosas varitas mágicas que se nos han regalado de pronto. Es más, algunas veces, creo que la narración puede quedar abotagada, agobiada, desfigurada, por la inyección simultánea de estas prodigiosas vitaminas. En literatura la magia la produce la palabra y si no estamos hablando de un cambio de género, de algo que ya no es literatura, es la palabra la que debe tener el mando. No digo yo que con el tiempo lo que hoy es un híbrido se convierta en el canon, o que un día llegue el Cervantes o el Shakespeare de la literatura digital y la ficción en prosa quede para una minoría de resistentes, entonces llegaremos a ese "océano de los grandes descubrimientos" que tu poéticamente profetizas. Mi escepticismo me hace pensar que quizá debamos contentarnos con menos.

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  3. Me ha parecido realmente interesante y sugerente la comparación de las dimensiones físicas con la potencial exploración de nuevos campos y nuevas formas de hacer en ciberliteratura.

    Me gustaría, por ello, estirar un poco más la parábola para reflexionar sobre los riesgos que esta exploración ciberliteraria conlleva.

    - En Física, las dimensiones adicionales que “pueden” existir son, de momento, especulación matemática y, por tanto, las aplicaciones concretas que afectarían al ser humano son hipotéticas. Aquí y ahora, vivimos y creamos con las dimensiones euclídeas (eso sí, explotadas hasta el límite relativista). El 99.99% del desarrollo concreto aplicado proviene de las dimensiones tradicionales.

    Del mismo modo, las dimensiones adicionales de la ciberliteratura pueden ser potencialmente interesantes en un futuro – si se confirman- pero si la literatura digital quiere tener una presencia en el mundo (al menos, antes de que nos jubilemos) debería empeñarse en crear buenas obras en el ámbito literario tradicional, en el texto como prioridad. O, dicho de otro modo, ¿qué puede ofrecer el hipertexto, el microprocesador, la red, para crear una novela tal como la concebimos normalmente pero que sea significativamente novedosa y apreciada? El obstinarse en explorar la alinealidad, la interacción lector/escritor, la interactividad, el derruir el mensaje del autor, forzar la transversalidad entre las artes, podría ser como esperar resultados concretos que afecten al mundo de hoy explorando la undécima dimensión física cuando lo que realmente mueve el mundo es explotar el espacio-tiempo habitual que ya conocían los sumerios. Es decir, la ciberliteratura puede necesitar – aquí y ahora- una teoría de la relatividad pero no una teoría de cuerdas.

    - En Física, las dimensiones adicionales son, en realidad, poco comprendidas. Las once dimensiones de la teoría de cuerdas son entendidas – y esto a nivel matemático- por un puñado escaso de personas en el planeta. ¿Puede la ciberliteratura aislarse tanto del vulgar de los mortales? ¿No le puede pasar como a la música experimental que ha quedado relegada a un nicho reducidísimo y que apenas se interpreta? ¿Qué alejamiento máximo puede permitirse entre la literatura tal como la entiende el 99% de la Humanidad y la ciberliteratura para que esta no quede encerrada en un ghetto?

    Pero, es más, aún cuando se confirmara la existencia de dimensiones adicionales físicas seguiríamos sin verlas, sin apreciarlas en la vida cotidiana. Se trataría de extensiones cuánticas que podrían tener aplicación “a través” de las dimensiones convencionales. En la práctica es esto lo que está ocurriendo también en la literatura digitalizada. Se han encontrado novedades para escribir (el procesador de texto, la pantalla, el e-book) pero estas potencialidades se manifiestan a través de los actos literarios de toda la vida: leer con nuestros ojos y escribir con nuestros dedos.

    - Creo que es preciso pasar a la práctica. Del mismo modo que en Física hay experimentación básica teórica pero hay muchísima más experimentación práctica, la ciberliteratura debe esforzarse, a mi entender, en crear aplicaciones prácticas que sean útiles al lector convencional, que emocionen al ser humano que vive y sufre en el mundo. Crear y crear. Pienso que puede haber un exceso de discusión teórica sobre las posibilidades que la digitalidad ofrece pero hay muy poca aplicación práctica excepto la que se refiere al hardware (que, desde luego, explota sólo las dimensiones de toda la vida).

    En definitiva, entiendo que la exploración de lo desconocido (la teoría de cuerdas de la literatura digital) es buena y necesaria pero que lo que es vital, fundamental, y ya urgente, la exploración de lo conocido (las 4 dimensiones sensibles, una teoría relativista, un modelo atómico ciberliterario) y, sobre todo, la aplicación práctica de lo que ya conocemos, el que surjan novelas y poemas digitales que sean apreciadas por un muy significativo número de lectores, que puedan llegar a best sellers.

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  4. Félix, muy lúcidas tus observaciones y sobre todo me retan a contestar. En efecto, el asunto de las dimensiones físicas puede resultar una referencia demasiado abstracta (o elitista como sugieres), pero la propongo porque creo que me sirve para explicar esa sensación del escritor que de pronto descubre (tal vez porque las andaba buscando, como es mi caso) que hay otras posibilidades expresivas y después no puede dejar de usarlas, o mejor, ya no puede escribir como antes o sólo como antes porque siente que sus textos dejan de incluir las nuevas potencias descubiertas. Pero consciente de esa dificultad (una idea demasiado abstracta), paso por eso a la otra idea: la de que, siguiendo a Pierre Lévy, la humanidad ha creado un “cuarto espacio antropológico” (con sus propias identidades, semióticas, tiempos, espacios, objetos y relaciones con el conocimiento 1) y que éste nuevo espacio (del conocimiento lo llama Lévy, o cibercultura) está llamado a gobernar los anteriores. En ese espacio, como lo dije (y espero ampliar en una próxima intervención), la literatura se convierte en un arte de la cibercultura con sus correspondiente reconfiguraciones. 2
    Ahora, quisiera contestar algunos puntos inquietantes de tu exposición. En primer lugar, al leerte resuena un autor, Sven Birkerts; que escribió en 1994 el libro Elegía a Gutemberg 3, como respuesta a la observación que él mismo sufre de una especie de agotamiento de las competencias literarias en sus jóvenes estudiantes (Birkerts es considerado el mayor promotor de la llamada "escuela elegiaca" 4, según la cual es necesario denunciar las pérdidas culturales a las que estamos enfrentados por la extensión de una cultura digital que estaría sustituyendo, sin una base sociológica adecuada, los valores propios de la cultura de la imprenta). Pues bien, no creo que la literatura sea tan “natural” como afirmas, todo lo contrario, es un error creer que la naturalidad con la que se manejan las tecnologías de la escritura y lectura tradicionales garantiza la competencia literaria, no lo creo, incluso creo que la escritura como dispositivo ha creado una barrera expresiva que las facilidades digitales de hoy estarían socavando. Ya hace más de 20 años, Alvin Kernan en su libro, la muerte de la literatura afirmaba con respecto al futuro de la literatura:
    “A lo mejor desaparezca con la imposición de una cultura electrónica o a lo mejor quede reducida a un papel ceremonial o, en tanto acontecimiento histórico, quizás termine en el basurero de los sueños de la historia” 5
    En ese sentido, la literatura podría ser incluso más elitista como práctica hoy que el arte de la cibercultura
    1 ver http://inteligenciacolectiva.bvsalud.org/channel.php?channel=1&content=17
    2 Ver
    http://recursostic.javeriana.edu.co/multiblogs2/jaimealejandrorodrguezruiz/2009/02/12/el-arte-de-la-cibercultura/
    3. Ver http://archives.obs-us.com/obs/english/books/nn/bdbirk.htm
    4 ver http://www.javeriana.edu.co/relato_digital/r_digital/teoria_red/htm/012.htm
    5. ver http://www.javeriana.edu.co/Facultades/C_Sociales/Facultad/sociales_virtual/publicaciones/hipertxt-lit/seccion04/perspectiva.htm

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Lo que quiero decir es que el ciberespacio y la cibercultura no sólo no están lejos del alcance de la gente, sino que constituyen incluso el último refugio de la cultura popular 1, posibilidad real de empoderamiento (expresivo y creativo) del hombre común 2. Yo me sorprendo cada vez más con la cantidad de expresiones creativas que cada día encuentro como parte del proceso de apropiación de las tecnologías

    Tengo una presentación que he llamado narrativas del ciberespacio 3 en la que trato de consignar todo lo que encuentro en la red y la verdad es que no soy capaz de hacer un inventario ni siquiera abreviado de las posibilidades creativas que la gente ha abierto

    En eso consistiría la dimensión práctica que demandas, Félix, lo que pasa es que está ocurriendo en otro circuito, con otras dinámicas, con otros esquemas, con otros criterios, con otros actores distintos a los de la tradición literaria y por eso resultan relativamente “invisibles”, entre otras cosas porque se alejan del sistema productivo del que la literatura hace parte, son, desde el punto vista canónico, obras “menores”: bienes expresivos sin pretensiones, cuyo destino, gestión y alcance no están definidos ni por el ánimo de lucro, ni por un vínculo laboral que prescribe y obliga a realizar la obra, ni por las complejas dinámicas de cooperación y competencia que fuerzan cualquier campo de producción simbólica en las artes; no responden necesariamente a una continuidad del campo literario, aunque si lo impactan (y lo hacen sistemáticamente 4)

    Y aunque no quiero pecar de vanidoso, mi propia trayectoria 5 podría ilustrar la forma como se vuelven prácticas creativas las potencias comunicativas que hoy se abren con las nuevas tecnologías digitales. Sé que mi obra es un ejemplo modesto, pero ilustrativo del escribir en la otra dimensión

    1 ver http://recursostic.javeriana.edu.co/multiblogs2/culturapopular/2009/01/13/cultura-digital/
    2 ver http://docs.google.com/View?docid=dgcpp5v2_109vrm6tqdf&pageview=1&hgd=1&hl=en
    3 ver http://docs.google.com/View?docid=dgcpp5v2_109vrm6tqdf&pageview=1&hgd=1&hl=en
    4 ver http://www.ucm.es/info/especulo/numero7/sistemal.htm
    5 ver http://cmap.javeriana.edu.co/servlet/SBReadResourceServlet?rid=1225913493234_439686435_1324&partName=htmltext

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