viernes, 18 de marzo de 2011

Se equivocan

                         
 
    Se equivocan quienes creen que el ciberespacio es un invento de hace unos pocos años. En 1984, casi diez años antes del desarrollo de la telaraña informática que conocemos como Internet, el escritor William Gibson utilizó el término "ciberespacio" en su novela Neuromante, y lo hizo anticipando lo que efectivamente hoy reconocemos como esa realidad virtual que se encuentra dentro de los ordenadores y redes del mundo.
    En 1987, la holocubierta, una instalación de realidad simulada con hologramas que anticipa las actuales tecnologías de realidad virtual inmersiva, fue vista por primera vez en el primer episodio de Star Trek: la nueva generación.
 
     En 1996, Neal Stephenson, publica la utopía novelada “La era del diamante”, en la cual imagina “la cartilla”, un artefacto de texto dinámico que se adapta constantemente a la personalidad y a las necesidades cambiantes del usuario y que le ofrece simulaciones de la vida real como estrategia educativa.
    Mucho antes, en 1941, el argentino Jorge Luis Borges había ya imaginado la novela hipertexto en su famoso relato “El jardín de los senderos que se bifurcan”. Allí se lee a propósito del libro laberíntico de Sui Pen: “La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Sui Pen, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan”.
    Y en 1963, Julio Cortázar anticipa la escritura interactiva con la publicación de su novela “Rayuela”, en la que aboga por una creación colectiva de la literatura.
    Escritores y artistas imaginaron e inventaron muchos de los artefactos y prácticas que hoy configuran la llamada ciberliteratura, pero escritores y lectores tradicionales no acaban de acomodarse al nuevo panorama. En un relato de 1940 del escritor argentino Adolfo Bioy Casares que fue calificado de perfecto, Faustine es una mujer que habita una isla perdida a la que llega un fugitivo que escapa de su condena a muerte y de la cual este hombre se enamora, sin que ella reaccione a su devoción. Sorprendidos, descubrimos que la bella y enigmática Faustine es apenas una imagen viviente, un simple producto de los experimentos de Morel, un científico que prefigura los investigadores de la técnica holográfica de hoy.

    Un hombre administra una biblioteca singular, la biblioteca de babel: en ella se encuentra reunido todo el conocimiento.

    Otro, inventa un procedimiento para desintegrar los libros en partículas elementales con las cuales se pueden ensamblar infinitamente los contenidos que antes estaban confinados a un objeto clausurado. Llama a este procedimiento "los libros de arena". Hace 70 años, Borges nos regaló este par de imágenes de lo que hoy conocemos como internet, la biblioteca universal y el libro digital o más bellamente, el libro de arena
    Quizá la literatura tenga mucho más que anticipar y nos siga regalando bellas y sorprendentes imágenes e ideas para el futuro. Esa seguirá siendo su principal función. Pero hoy se han abierto para ella nuevas posibilidades culturales y de expresión y quizás así se esté cumpliendo su verdadero destino.

Entrada publicada por Jaime Alejandro Rodríguez en Nómadas y Rebeldes

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1 comentario:

  1. En el mundo del ciberespacio, 25 años ya es mucho. Toda una historia. De todas las formas, igual que los teóricos hablan del precine, deberíamos comenzar a hablar del preciber.

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