miércoles, 7 de octubre de 2009

El control del tiempo en literatura digital


Una de las características más prometedoras que la “digitalidad” ofrece en literatura es el control del tiempo, es decir, el controlar cuándo el lector puede leer algo sin contar con el consentimiento del mismo.
Es cierto que, en literatura convencional, también existen formas de controlar la lectura en el tiempo. Un ejemplo evidente son las entregas por capítulos. No es posible leer un capítulo antes de que sea publicado y aunque sea una manera muy sencilla de control produce efectos importantes sobre todo en lo que a acrecentar la intriga y el interés del lector se refiere.

La literatura digital ofrece más posibilidades en lo concerniente al discurrir temporal. Quisiera comentar dos de ellas:

- Lectura contra el reloj.
- Lectura en tiempo real.

Lectura contra el reloj

En las obras digitales que utilizan esta técnica se debe leer una narración en un tiempo determinado. El obligar al lector a hacerlo sin ninguna razón resultaría artificial y aburrido. Probablemente, el lector arrinconaría la lectura sin siquiera proponerse acabar. Pero, dentro de un contexto, esta técnica puede resultar muy atractiva. Así, en la obra Zeit für die bombe de Susanne Berkenheger, hay que encontrar una bomba antes de que ésta estalle. Debemos leer los textos, encontrar las pistas, hallar al culpable en un tiempo corto que el ordenador controla.

En mi relato digital La hermandad de los escribanos, intento conseguir una tensión aún mayor en base al control del tiempo. Permítaseme explicarlo con detalle.

Con el arranque de la obra, unos textos (aderezados por una melodía misteriosa) informan al lector de que su ordenador ha sido infectado por la Hermandad de los Escribanos, una antigua secta secreta que aboga por volver al manuscrito y que, por siglos, se ha opuesto a la imprenta y, posteriormente, a cualquier lectura por ordenador. Para dar fe de que esta amenaza no es literaria ni ficticia sino real, el relato (el programa) toma aparentemente el control del ordenador del lector. Le muestra el contenido de su disco duro (demostrando que su contenido, que él creía celosamente guardado, ha llegado a manos de la Hermandad, y le da una serie de informaciones que hacen pensar al usuario que realmente su computadora puede estar ya controlada por un hacker. La amenaza es clara. Si el lector no lee toda la narración y contesta acertadamente a unas decenas de preguntas, su ordenador será formateado. Si apaga el mismo, el virus permanecerá y se activará en el próximo arranque. El lector queda atrapado en la historia y está forzado a seguirla en los sesenta minutos que el programa autoriza para contestar todas las preguntas con acierto. La trama es también un hipertexto de modo que, para mayor complejidad, el lector puede perderse en la aventura lo que le resultaría desastroso ya que no podría recuperar el tiempo y su disco duro se vería seriamente afectado. Además, a medida que transcurre dicho periodo, el programa muestra una serie de mensajes tecnológicos que parecen indicar que el virus está destruyendo y reconfigurando poco a poco el hardware y el sistema operativo. Tampoco puede el lector acelerar los acontecimientos. La hora es la hora, le guste o no, quiera leer más o menos deprisa, acierte o yerre al contestar las cuestiones. No puede parar y dejarlo para otro momento, como ocurre en una novela tradicional. Es el ordenador el que controla su lectura.

Evidentemente, todo es ficción (¿o no?.... dejaremos que el lector ose dejar transcurrir la hora entera sin haber respondido a todas las preguntas para que averigüe si el formateo es real o si existe alguna otra sorpresa) pero la intriga y la tensión se acrecientan. Y también el interés por el texto por cuanto que del mismo depende el poder contestar adecuadamente.

Lectura en tiempo real

Esta técnica obliga al lector a elegir entre historias. Las narraciones se están desarrollando (en el corazón del programa) simultáneamente y de manera ajena al usuario. El lector debe elegir entre leer una u otra, entre seguir a un personaje o a otro. No puede ver todo a la vez, no puede leer un diálogo completo, no puede entender las razones de dos personajes que hablan, tan sólo las de uno. No puede esperar que dos capítulos más adelante exista una explicación de lo sucedido o que se aclare entonces lo que ocurrió. El lector se ve forzado a leer sólo una parte del todo y a imaginarse el resto. En cierto modo, este tipo de novelas (a las que yo denomino multitextos) comparten con la física cuántica el principio de incertidumbre de Heisenberg. Todo existe antes de que el lector ponga sus ojos en la narración, en una multitud de estados superpuestos. Pero una vez que decide interaccionar con la obra, esta queda determinada en un único estado – que puede leerse- perdiéndose todos los demás. El principio de incertidumbre afirma que no se pueden determinar, simultáneamente, varias características de un objeto, como son, por ejemplo, la posición y la velocidad. Es decir, cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su velocidad. Igual ocurre en un multitexto. Si queremos determinar (leer) con detalle qué le ocurre a un personaje, automáticamente menos sabemos de otro. Y, tampoco puede volver atrás para saber qué pasó. El tiempo transcurre hacia adelante.


Hay que decir que una obra de este tipo no es un hipertexto aunque pueda tener enlaces y características hipertextuales. Porque cada texto (de los que componen el enjambre multitexto) es fundamentalmente lineal, comprensible y completo en sí mismo. Y, Dios lo quiera, de calidad. El lector no puede quedar confundido sin saber dónde está. Al contrario, como en la vida misma, sabe en todo momento dónde se encuentra y precisamente por eso no puede estar en otro lugar.

Estas obras pueden ser, además, de dos tipos:

- De curso único: una vez que el tiempo dado transcurre ya no puede volverse a empezar. Es una obra de “un uso único”. Lo no leído está perdido para siempre.
- Reiniciables: una vez transcurrido el tiempo disponible es posible reiniciar la obra pero lo que, esta vez, se leerá es diferente ya que con toda probabilidad se seguirá un camino diferente o se seguirá a un personaje distinto.

Un ejemplo de este tipo de técnicas es mi Una contemporánea tragedia de Caldesa.

Consideraciones técnicas

Es preciso señalar que este tipo de obras que controlan el tiempo requieren que el lector confíe en el escritor. Llevadas de manera correcta, todos los recursos del sistema operativo quedan bajo el control del programa para que éste no pueda volver atrás, no pueda abortar su ejecución, etc. Esto no siempre es aceptado por el usuario. Un navegador que impida ejecutar código activo o que pida confirmación a cada paso, o que no admita el uso de pantalla completa, etc., no anularía totalmente la lectura pero sí perjudicaría notablemente el efecto.

Entrada publicada por Félix Remírez

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1 comentario:

  1. Excelentes perspectivas del juego de producción-recepción de una obra. Añado otra: el no-tiempo (que es, en sí misma una intensa viviencia del tiempo).
    Lo dicho vale en especial para la narración, pero convendría ampliar este pensamiento a otros géneros.
    Por cierto: también convendría debatir sobre los géneros en la creación digital.

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