viernes, 23 de octubre de 2009

La soledad del escribel





        Los escribas eran una minoría iniciada en un nuevo arte. Hoy el escriba exclusivamente electrónico (escrib-el) debe dominar, además de la prosa y los fundamentos de la técnica literaria, unas habilidades que incluyen “redactar” cibertextos. De hecho, la mayoría de las obras del Portal han necesitado la colaboración de expertos en diseño digital y en realización de páginas web. Lo más normal es que, como en el cine, el escribel ejerza de director y guionista, pero deba contar también con la ayuda de los cámaras, montadores, directores de fotografía, etc. Y ha de sufragarlos. Cuanto más compleja y ambiciosa sea la producción más necesitará de los expertos multimedia. Y aquí viene el problema, la literatura electrónica es desoladoramente gratuita. Ningún grupo poderoso querrá invertir (por ahora) en un negocio que ofrece gratis todas sus mercancías. La demanda sólo aumentaría si los lectores abandonaran masivamente el libro (como ha ocurrido con los teléfonos fijos) y sólo leyeran en aparatos con conexión a Internet. Se habla de la salida de ordenadores con papel electrónico, de forma que el mismo aparato serviría para leer y para navegar. Los nuevos lectores no concebirían los actuales textos desiertos de los libros y demandarían animación, navegabilidad, multimedia…¿Llegará?


Entrada publicada por Juan José Díez

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2 comentarios:

  1. Llegará. No tardando.
    Y combinaremos todo.
    Eso sí, gran problema el señalado: ¿de dónde vendrán las ganancias económicas? ¿Del proceso de escritura, de la venta de máquinas de acceso, de las suscripciones a las descargas de información y creación, de la publicidad directa e indirecta?
    Y, muy cierto: la creación será cada vez más un trabajo en equipo (permítaseme la maldad: como casi toda la literatura de éxito hoy en día, nada nuevo).

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  2. Bueno, por lo que decís: se acaba la soledad del autor, si debe recabar medios audivisuales y colaboradores. También es verdad que el mito del autor, como dice Pedro Ojeda Escudero, se presenta como un tabú. Es más fácil explicar al lector medio que "De qué hablamos cuando hablamos de amor" es obra de Carver. Y no explicar la compleja vida del autor, su relación con las escuelas de escritura, la publicación en revistas especializadas en relato breve, el apoyo de su mujer, la poetisa Tess Galagher y su editor.

    Para que el escritor cibernético despegue es necesario el cambio de formato, ya estamos cambiando aunque sea más lentamente de lo que deseamos. Veremos. Leeremos.

    Un saludo

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